Para generar redes cada vez es menos necesario ser “hijo de”

“Es cierto, siempre los hubo, pero la diferencia está en que ahora compiten por los grandes clientes: ya no es necesario un gran staff, una gran oficina y muchos años de trayectoria para competir con los mejores del mercado…”

En una conversación reciente con una estudiante de último año de la carrera de publicidad, me expresaba su frustración por el bajo reconocimiento y agradecimiento que un cliente le había demostrado por su asesoría, siendo que ésta había sido un gran aporte de valor para él. Y no lo pongo en duda. Pero no por ello me deja de asombrar esa confianza de las generaciones más jóvenes.

Mucho se ha hablado de los millenials, de los nacidos entre 1981 y 1995. Generaciones mayores critican su deslealtad o falta de compromiso y sus ansias por la inmediatez pese a su falta de experiencia. Ellos se defienden argumentando un cambio de mentalidad y prioridades en la vida, como el balance entre vida laboral, familiar e intereses personales. Y más allá de eso, dicen estar en una búsqueda permanente de desafíos y beneficios en el largo plazo, que les reporten tanto en lo material e intelectual, como en lo espiritual.

Para ello se requiere osadía. Atreverse y arriesgar un sueldo estable hoy en pos de un crecimiento y beneficio que se verá mañana, cuesta. Sin duda, es una generación con una gran dosis de confianza en sí mismos.

Una confianza que la permite el mundo que a ellos les tocó. Uno con más de 200 amigos para muchos y donde siempre puedes tener opinión; uno en que a solo un clic tienes acceso a quien quieras: para generar redes cada vez es menos necesario ser “hijo de” o haber ido a “tal” colegio; un mundo en donde para hacer marketing y publicidad no siempre es necesario una campaña millonaria. Un mundo donde para llamar la atención y atracción, se consigue más con empatía e ingenio que con dinero y poder.

¿Y todo esto en que se traduce? En que los profesionales jóvenes y no tan jóvenes, ya no sienten la necesidad de pertenecer a una institución de renombre y prestigio, para ser considerados confiables y una alternativa válida en el mercado laboral.

Significa el surgimiento de cada vez más pequeños estudios jurídicos. Es cierto, siempre los hubo, pero la diferencia está en que ahora compiten por los grandes clientes: ya no es necesario un gran staff, una gran oficina y muchos años de trayectoria para competir con los mejores del mercado.

Porque, además, la tecnología, el acceso a desconocidos, a la información, al contenido, todo ello nos enseñó el valor de la colaboración, de trabajar con redes. Se invita al experto cuando es necesario.

Hace algunos días, una emprendedora incipiente, pero con experiencia me dijo: “Cansada y frustrada de la moledora de carne donde estaba, después de darle unas vueltas, me decidí y armé mi emprendimiento sola”.

Luego me dijo: “Armé mi emprendimiento sola, pero al parecer no estoy tan sola. Muchos me han manifestado su interés en trabajar conmigo y llamarme para abarcar trabajos donde yo tengo experiencia”. Empaticé.

Las redes colaborativas también han sido fundamentales en mi consultora. Y es que creo que ese es el gran valor que tienen clarísimo las generaciones jóvenes: la confianza en el otro y la colaboración.

Los millenials son una generación osada, sí, pero porque confían en el otro más que en las instituciones. ¿Desleal? Yo creo que más bien leal a sí misma. Una generación donde la lealtad comienza por casa.

*Fabiola Sáenz (fabiola.saenz@brandgarage.cl) es ingeniero comercial de la Universidad de los Andes (Chile). Es fundadora y directora de la consultora en marcas BrandGarage, focalizada en pymes. Previo a ello trabajó en Interbrand, consultora de branding internacional, en Madrid y en Chile.

Últimos Trabajos Publicados
Noticias
Novedades de Extensión